Foto de portada: Valeria Campos
Bioimperialismo vs. Biodiversidad
Contexto mundial: Semillas y OMG
Las semillas son conexiones emblemáticas entre nuestras vidas, nuestra alimentación, nuestra salud y nuestra libertad. Son el primer eslabón de la cadena alimentaria. Representan nuestra herencia y envuelven la evolución futura de la vida. El cultivo de semillas y su intercambio libre entre productores es la base fundamental de nuestra biodiversidad y nuestra seguridad alimentaria. Tener el control sobre las semillas es tener el control sobre nuestras vidas, nuestra alimentación y nuestra libertad.
Hoy en día, el bioimperialismo amenaza gravemente esta libertad a través de los derechos de propiedad intelectual. Las viejas y nuevas tecnologías de los OMG, que han transformado las semillas de un bien común compartido por los campesinos, en una mercancía bajo el control y el monopolio de las empresas agroalimentarias. Este imperialismo pretende apropiarse de las semillas del mundo, destruyendo la vida y los medios de subsistencia de las comunidades campesinas, así como la biodiversidad, pero más seriamente, en los territorios reconocidos como centros de origen. Estos centros de origen de la biodiversidad son la cuna del suministro mundial de alimentos, y la protección contra plagas, desafíos climáticos, desastres naturales u otras dificultades para la producción de alimentos.
En las últimas décadas, los cultivos transgénicos se han impuesto en países de todo el mundo, anunciados como solución a la inseguridad alimentaria y a la crisis de malnutrición. Sin embargo, el hambre, las enfermedades y la malnutrición han aumentado, mientras que la biodiversidad ha disminuido y las toxinas se han extendido. Las corporaciones han forzado la introducción de semillas manipuladas genéticamente para imponer el Imperialismo Alimentario a través de diversas herramientas como los marcos reguladores de la propiedad intelectual de las semillas, como UPOV 91, y otros mecanismos legales como los Paneles de Solución de Controversias Comerciales. El imperialismo de los OMG ha destruido las vidas y los medios de subsistencia de los productores a pequeña escala y la biodiversidad en todo el mundo, y especialmente en estos centros de origen.
Más recientemente, los gigantes de la agroindustria y la biotecnología están tratando de evadir las normas de bioseguridad existentes, como los Protocolos de Cartagena y Nagoya del Convenio sobre la Diversidad Biológica, introduciendo silenciosamente cambios en la regulación de los OMG en todo el mundo, con el fin de promover estos nuevos OMG bajo nuevos acrónimos, como NBTs, NGTs y TEAs: Nuevas Técnicas de Mejora Genética, Nuevas Técnicas Genómicas y Técnicas de Evolución Asistida, por sus siglas en inglés. Estos nuevos OMG han ido encajando silenciosamente en la legislación agrícola vigente de distintos países, con el objetivo de que los monopolios de patentes sigan en manos de los grandes gigantes de la química y la biotecnología.
Esta desregulación permitiría que los cultivos modificados genéticamente:
- Se comercialicen sin pruebas de seguridad medioambiental o de consumo
- No requerir etiquetado
- Tener de poca o ninguna trazabilidad
- No divulgar públicamente los organismos genéticamente modificados
- Desregulación masiva
- Ser patentados sin divulgación
Estos nuevos OMG están dejando a los campesinos y a los ciudadanos completamente a oscuras en cuanto a lo que hay en sus alimentos y son un intento de subvertir gobiernos soberanos, el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica y las leyes de bioseguridad, con su imposición. La industria biotecnológica ha afirmado que sus productos editados genéticamente, incluidas semillas, plantas, microorganismos y animales, deben considerarse iguales a sus equivalentes convencionales. Esta desregulación de los OGM antiguos y nuevos exime a la industria biotecnológica de cualquier responsabilidad y supone un atentado continuo contra la soberanía alimentaria.
Las empresas del agronegocio no han resuelto ningún problema para la humanidad con el pretexto de falsas narrativas en torno a los OMG que solucionan los problemas de abastecimiento de alimentos. La verdadera base del suministro mundial de alimentos son las semillas libres, patrimonio de la humanidad, que contienen las respuestas a las plagas, los desafíos climáticos y otras amenazas a la producción mundial de alimentos sanos y suficientes, no los OMG y el bioimperialismo. Los OMG no pueden imponerse a las comunidades, violando las normas de la democracia y la libertad.
En todo el mundo, los ciudadanos se están levantando contra la imposición anticientífica, antidemocrática y antiecológica de los OMG por parte de las empresas. La primera generación de OMG ha fracasado, pero las corporaciones siguen imponiendo organismos editados genéticamente, o nuevos OMG, en centros de diversidad. Siguen cambiando su narrativa para presentar la naturaleza y la biodiversidad como mercancías para la comercialización y los monopolios de patentes.
La imposición del maíz transgénico en México tiene repercusiones mundiales
En México, que es el centro de origen del maíz, al igual que en otros centros de biodiversidad, ha habido una larga lucha de la sociedad y las comunidades organizadas contra el imperialismo de los transgénicos que amenaza la subsistencia y la cultura de sus pueblos. A la fecha, la sociedad mexicana ha logrado la prohibición de la siembra de maíz transgénico en México a través de una demanda colectiva en contra de las empresas Bayer-Monsanto, Syngenta y Cortiva Agriscience. Esta prohibición sigue vigente, lo que ha impedido desde 2013 la siembra de maíz manipulado genéticamente en territorios mexicanos.
Las ONG mexicanas han seguido resistiendo valientemente al maíz transgénico para fortalecer el acceso a una alimentación sana, sustentable y culturalmente apropiada para todas las personas; para defender la soberanía alimentaria de las comunidades campesinas e indígenas, las responsables del desarrollo de las 59 razas y miles de variedades de maíz existentes en México, que además forman parte de la milpa, un sistema holístico, sustentable y biodiverso que involucra otros alimentos básicos como frijol, chile, calabaza, quelites y amaranto.
Recientemente, el gobierno mexicano emitió una orden ejecutiva que propone la prohibición gradual del uso de glifosato y del uso de maíz transgénico en productos alimenticios, como las tortillas, un alimento básico para los mexicanos. Los transgénicos comprometen el acceso a alimentos sanos, sostenibles, culturalmente apropiados y libres de organismos modificados genéticamente. Ante esta decisión, el gobierno de Estados Unidos, con base en el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés), y bajo la coacción del cabildeo de los agronegocios, instaló un panel de solución de controversias para rechazar la decisión del gobierno mexicano de restringir el uso de maíz genéticamente modificado (transgénico) en la alimentación humana y la importación de glifosato, alegando falta de evidencia científica de su daño. Este Panel de Solución de Diferencias ignora los riesgos para la salud humana, el medio ambiente y la biodiversidad asociados al maíz modificado genéticamente. Además, pone en peligro la soberanía alimentaria de toda la población mexicana, ya que el maíz es un alimento indispensable.
En respuesta a esta omisión, el pasado 15 de marzo, organizaciones no gubernamentales de México presentaron ante el Panel sus Opiniones Técnicas, argumentos basados en evidencia científica confiable, incluyendo nueva evidencia encontrada por el Consejo Consultivo Científico de México CONAHCYT, sustentada en evidencia científicamente rigurosa de instituciones académicas. Esta evidencia señala y advierte sobre los múltiples riesgos que hacen pertinente y urgente detener la presencia de maíz genéticamente modificado en la alimentación de la población mexicana, y como materia prima para otras industrias.
En contraste, Estados Unidos se negó a hacer nuevos experimentos y comprometerse con la ciencia real y siguió aferrado a la pseudociencia financiada por los mismos agronegocios que producen este maíz transgénico y hacen la afirmación anticientífica de que es seguro consumir este maíz transgénico.
El caso de México es el intento de un pueblo por proteger sus culturas biodiversas, su herencia, su alimentación, su salud y sus campos. Es el caso de un pueblo que exige que se respete su soberanía. Es una declaración al mundo y a la agroindustria de que no pueden seguir imponiendo su sistema que viola y destruye la soberanía en todos estos niveles, y que ola tras ola ha destruido la salud, la tierra y la biodiversidad.
El 5 de marzo de 2024, México publicó su respuesta formal a la controversia en la que presentaba pruebas que apoyaban la aplicación de medidas cautelares destinadas a proteger a los consumidores de los posibles riesgos para la salud asociados al maíz transgénico importado de EE.UU. y a los residuos de glifosato. Señalaron que los datos científicos relativos a la seguridad de los OMG presentados por EE.UU. estaban desfasados, y que una parte significativa procedía de estudios patrocinados por la industria que carecían de apoyo revisado por otros expertos. Señalaron que el proceso regulatorio en EE.UU. carece del rigor suficiente para garantizar la seguridad de los productos destinados al consumo de los mexicanos. Además, el documento mexicano destacaba que el maíz modificado genéticamente (MG), diseñado para eliminar plagas de insectos, tiene un gran potencial para provocar efectos negativos en animales a los que no va dirigido, con investigaciones que han demostrado que los mamíferos pueden sufrir daños en sus sistemas digestivos debido a un rasgo MG que se dirige a los intestinos de las plagas, provocando consecuencias no deseadas.
Mientras que EE.UU. alegó que la prohibición de México es «acientífica», el asesor principal del IATP, Timothy A. Wise, destacó que la respuesta de México «refuta esa afirmación, presentando cientos de estudios académicos que muestran motivos de preocupación sobre la salud humana y la amenaza a la diversidad del maíz nativo».
Significativamente, la alegación de EE.UU. de que la prohibición de México no es científica es completamente injustificada, ya que EE.UU. nunca firmó el Convenio sobre la Diversidad Biológica ni el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología. No tiene ningún organismo regulador de bioseguridad para juzgar la seguridad de estos alimentos transgénicos. En su lugar, se basa en la «equivalencia sustancial», que no basta para ser considerada una evaluación de seguridad en sí misma. Este principio no da prioridad a la protección del consumidor frente a los riesgos para la salud ni proporciona a los consumidores información completa sobre el nivel real de riesgos y peligros asociados a los «nuevos alimentos» (en este caso, los alimentos modificados genéticamente) en comparación con los tradicionales.
En su declaración formal ante el panel de la disputa comercial, Canadá se alineó con los argumentos presentados por el gobierno de Estados Unidos, alegando la seguridad del maíz genéticamente modificado (GM) para consumo en México. Sin embargo, la respuesta de CBAN (Canadian Biotechnology Action Network) refutó esta postura afirmando que la evidencia científica apoyaba las medidas precautorias de México, particularmente debido al amplio uso de maíz mínimamente procesado en la dieta diaria de la mayoría de los mexicanos.
Lucy Sharratt, de la Canadian Biotechnology Action Network (CBAN), declaró que «México es una nación soberana con derecho a determinar el futuro de su suministro de alimentos y sus necesidades de tomar medidas para proteger el maíz nativo de la contaminación transgénica».
Globalmente, el caso de México es importante dado el contexto actual del mundo. Debido al sistema alimentario industrial, estamos presenciando el aumento de enfermedades crónicas originadas en trastornos metabólicos, el incremento de los desastres ecológicos, la falta de agua y la disminución de la biodiversidad. Que México defienda su patrimonio cultural y alimentario equivale a que el país adopte una postura, respaldada por pruebas científicas y apoyo gubernamental, contra la continuación de estas múltiples crisis.
Además, la importancia de este caso radica en que una resolución desfavorable para México en este Panel, limitaría el derecho de los mexicanos a decidir qué semillas plantar y con qué tipos de maíz alimentarse. Esto pone en peligro directamente la cocina tradicional mexicana, que es fundamental para la identidad cultural de las comunidades que la practican y transmiten de generación en generación y que ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la UNESCO.
Esto, a su vez, también tiene el potencial de afectar devastadoramente a todos los demás centros de biodiversidad y culturas alimentarias interconectadas del mundo, que seguirán enfrentándose a este tipo de ataques a su soberanía.
México tiene el legado de ser una de las primeras constituciones del mundo en incorporar derechos sociales exigibles, que abarcan la salud y un medio ambiente limpio (Artículo 4). Así pues, el derecho a la salud es una disposición jurídicamente exigible en virtud de su Constitución nacional. Esto, junto con el logro de la Cobertura Sanitaria Universal (CSU) para sus 100 millones de ciudadanos, hace de México un país que sigue defendiendo la biodiversidad, la salud y el medio ambiente.
Convergencia: Fuerza interconectada, resistencia interconectada
Frente a este bioimperialismo local y global, Navdanya Internacional se unió a la campaña Sin Maíz No Hay País, y Vía Orgánica, junto con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y la Secretaría de Cultura, junto con otros movimientos latinoamericanos para organizar eventos del 12 al 16 de marzo en la Ciudad de México para forjar una estrategia común contra la imposición de nuevos y viejos transgénicos en todo el mundo, compartiendo experiencias, luchas y solidaridad en defensa de la Biodiversidad, la Alimentación y las Semillas Libres.
Estos encuentros y convergencias ayudaron a crear un espacio de solidaridad al reunir a representantes de movimientos de toda América Latina y más allá, para demostrar que esta lucha va más allá de las fronteras individuales. En todo el mundo continúan las imposiciones, violando directamente la soberanía y los derechos de los pueblos y de la naturaleza, en favor de la agenda corporativa.
José Bernardo Magdaleno Velazco (Nino), Presidente de la Unión Campesina, Totikes, Chiapas enfatizó que «no estamos solos en esta lucha». Junto con activistas y organizaciones como la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País, Semillas de Vida, Vía Orgánica, Regeneration International, Bloque Verde, Probioma, Naturaleza De Derechos, y Semillas de Identidad- Colombia, Navdanya International se unió a la exigencia a gobiernos de todo el mundo para que detengan las semillas manipuladas genéticamente, que amenazan la supervivencia de los sistemas alimentarios y agrícolas basados en la diversidad biológica y cultural.
Estos eventos tallaron una convergencia de movimientos, para levantarse en defensa de nuestra diversidad biocultural y patrimonio alimentario en todo el mundo, en resistencia a los viejos OGM y a los nuevos OGM.
Es en esta unión de diferentes movimientos y voces unidas en su objetivo de soberanía alimentaria y de semillas que estos eventos en México llevaron al surgimiento de una fuerza y resistencia interconectadas. Donde el fomento de la solidaridad y el recuerdo de una resistencia común a pesar de los diversos contextos, hicieron eco y reiteraron que juntos, todos somos más que la suma de las partes. El establecimiento de relaciones y conexiones entre organizaciones, movimientos y países es necesario para resistir eficazmente al imperialismo de los OMG. Esta fuerza interconectada es lo que tenemos que aprovechar para continuar nuestra lucha en defensa de la vida, la diversidad y la libertad.
Relevancia: La soberanía alimentaria como motor de la soberanía política
El contexto sociopolítico actual de la demanda de autonomía de México basada en ser un centro de diversidad y patrimonio cultural es único porque la soberanía alimentaria es la fuerza motriz de la soberanía política del pueblo. Esto reitera que todo tipo de autonomía tiene sus raíces en los alimentos y las semillas.
En el evento celebrado el 12 de marzo de 2024 en la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), Ciudad de México, denominado «En defensa de la soberanía alimentaria», la Dra. Vandana Shiva, Presidenta de Navdanya International, en su conferencia magistral sobre la soberanía alimentaria, mencionó que era muy importante celebrar las culturas en las que la diversidad cultural y la biodiversidad no se consideran por separado. Añadió que «la soberanía alimentaria es un concepto de alto nivel, porque implica la soberanía de los seres para gestionarse y organizarse hacia la salud». El cultivo de la biodiversidad tiene que implicar soberanía a todos los niveles. La soberanía es necesaria a todos los niveles para que los organismos puedan desarrollarse y evolucionar libremente, autoorganizarse hacia la salud.
Leydy Pech, añadió evocativamente en el mismo evento que «En maya, no tenemos una palabra para OGM, en su lugar las llamamos semillas que no tienen corazón, semillas sin vida». Además, hizo una pregunta significativa, poderosa para todos en el mundo: «Nuestras semillas, nuestro conocimiento es nuestra herencia, con esta destrucción ¿qué heredaremos en el futuro?»
Como también destacó Jesús Ramírez Cuevas, coordinador general de comunicación social y vocero del Gobierno de la República Mexicana, «la soberanía mexicana empieza por la soberanía alimentaria». Es la soberanía alimentaria y la soberanía de todos los seres interconectados para auto-organizarse y crecer con salud lo que sostiene el poder de resistencia política, económica y social.
El imperialismo de los OGM es un ataque a esta soberanía de todos los seres interconectados en todos los niveles de autoorganización. Es un ataque a la vida misma.
Como resonó Leydy Pech: «No se puede llamar desarrollo a lo que va contra la vida». La Dra. María Elena Álvarez-Buylla Roces, directora general del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT) dijo que «A nivel mundial la desregulación e imposición de transgénicos y sistemas alimentarios tóxicos es una negación de la soberanía y el derecho a la salud en múltiples niveles». Añadió que el éxito de México al hacer prevalecer su propia soberanía en materia de semillas y políticas alimentarias sería un faro para que otros países pudieran hacer valer a su vez su soberanía alimentaria y la libertad de semillas.
Biodiversidad a todos los niveles
El Seminario sobre Protección de la Biodiversidad titulado «Protección y Conservación de la Biodiversidad en Centros de Origen» se llevó a cabo el 15 de marzo de 2024 en la sede de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), Ciudad de México. En este seminario se analizaron y discutieron estrategias para conservar y proteger los recursos naturales en países que son centros de origen y diversidad genética de especies, a través de un diálogo, mesas de trabajo y discusiones para una estrategia común con actores clave del gobierno mexicano, representantes de América Latina, Asia, Estados Unidos y otros en la protección y conservación de la biodiversidad en América Latina y otras regiones.
El Maestro Iván Rico López, Subsecretario de Planeación y Política Ambiental de la SEMARNAT destacó que «Los países megadiversos, centros de origen de variedades de cultivos tienen mayor responsabilidad en la protección de la biodiversidad mundial. Hemos aprendido que nuestro patrimonio fitogenético es nuestro patrimonio cultural. Los aspectos naturales y sociales van de la mano, ya que quienes han preservado la diversidad genética son los pueblos indígenas.»
Columba López, Directora de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, CORENADR, destacó que la clave de esta biodiversidad está en manos de los campesinos. Son los campesinos quienes custodian estos alimentos, culturas, semillas y conocimientos biodiversos. Columba mencionó que «Trabajamos con semillas autóctonas en nuestras Casas de Semillas. Cultivamos y reproducimos semillas mediante prácticas agroecológicas en el campo. Desarrollamos semillas que se adaptan en las montañas o cerca del agua, que son resistentes al clima y lo hacemos a través de la reproducción participativa de los campesinos».
La biodiversidad a todos los niveles produce salud, diversidad en nuestras granjas, nuestras semillas, nuestros alimentos, nuestras culturas, etc. Tener un campo biodiverso alineado con el ecosistema local y el patrimonio cultural, nos da una diversidad de alimentos, y una diversidad de culturas alimentarias. Así es como creamos salud, primero en nuestros campos y luego en nuestros platos y nuestros intestinos.
La Dra. Vandana Shiva, de Navdanya International, destacó que «los pueblos y comunidades indígenas saben que las semillas evolucionan continuamente. Al convertir la biodiversidad en tecnología, (las empresas) niegan la creatividad de la biodiversidad, van en contra de cómo funciona la naturaleza. La diversidad es una necesidad viva». Además reiteró que, “la mentalidad colonizadora considera a los seres vivos como desechables y a la naturaleza como materia prima para ser extraída. México está recuperando la dignidad de los recursos naturales, que son la base de nuestra salud, el bienestar y de la salud del planeta.»
Asimismo, en el evento celebrado el 16 de marzo de 2024 en el Cencalli, Museo de Maíz y Centro de la Cultura Alimentaria, Los Pinos, Ciudad de México, en presencia de la Alejandra Frausto Guerrero, de la Secretaría de Cultura, la Dra. Vandana Shiva reafirmó la necesidad de resistir al imperialismo alimentario que destruye nuestras culturas, defendiendo nuestra biodiversidad y fortaleciendo la libertad de semillas. Navdanya International coorganizó este evento con la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País, Via Organica y Regeneration International. Andre Leu, Director de Regeneration International, habló sobre las últimas pruebas de los efectos negativos para la salud causados por la exposición al glifosato: «Hay pruebas científicas sobre las correlaciones entre la introducción del glifosato y los cultivos transgénicos y el aumento de enfermedades como el cáncer, la obesidad, la insuficiencia renal y el autismo.»
Mercedes López Martínez, de Vía Orgánica, México, habló de la gran importancia de proteger a los productores a pequeña escala y a las comunidades indígenas como columna vertebral de una cultura alimentaria próspera. Miguel Ángel Crespo, de Probioma, Bolivia, explicó que «la lucha por proteger la biodiversidad y los recursos genéticos es también política, jurídica y científica».
Es esta interconexión de la diversidad a todos los niveles, incluida la diversidad de organizaciones y movimientos que reflejan la interconexión y la soberanía de los organismos, lo que se necesita para resistir al imperialismo de los OMG desde la base.
Traducción al español de Fernanda Estrada
Más información:
Resistiendo al Imperialismo de los OGM – Eventos en México – Marzo 2024
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