Basado en reporte: Democracia de la Tierra: Conectado los Derechos de la Madre Tierra a los Derechos de las Personas para el Bienestar de Todos, Navdanya, Dia de la Madre Tierra, 2021
Autores: Dr Vandana Shiva con el Equipo de Navdanya
La Elevación de la Tierra
La negación de los derechos de la naturaleza ha llevado a su destrucción y ahora amenaza las condiciones de la supervivencia humana. Las múltiples crisis a las que nos enfrentamos hoy: la pandemia de salud, la pandemia del hambre, la pandemia de la pobreza, la emergencia climática, la emergencia de extinción, la emergencia de la injusticia, la exclusión y la desigualdad, están todas arraigadas en una visión del mundo basada en las ilusiones de separación y superioridad humana que niegan la interconexión y la unidad de todos los seres.
En un mundo ecológicamente interconectado, la negación de los derechos de la naturaleza se traduce en la negación de los derechos de los humanos, ya que las mismas construcciones que conducen a la violencia contra la naturaleza, son la base de la violencia contra los demás seres humanos. La no sostenibilidad y la injusticia son parte del mismo proceso, ya que esta cosmovisión de la separación también engendra jerarquías y la ilusión de superioridad: la separación y la superioridad crean estructuras de violencia.
Nuestras múltiples emergencias no existen separadas, sino que están profundamente interconectadas, basadas en la misma raíz. Pero a la vez, esto nos dice que las soluciones también están interconectadas, a pesar de que cada crisis se trata por separado y con poca consideración a su interconexión con las demás. El ver de forma fragmentada nuestras crisis crea un enfoque en sólo solucionar los síntomas superficiales, y no en las causas raíz más profundas.
Estas emergencias que amenazan el futuro mismo de nuestra especie no pueden ser abordadas por la misma mentalidad que las creó. El actual secuestro de la transformación de los sistemas alimentarios, ejemplificados a través de las soluciones propuestas en foros internacionales como la Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas del 2021, es un ejemplo de la misma mentalidad que propone soluciones a los problemas causados por ella misma. La falta de reconocimiento de la necesidad de los Derechos de la Madre Tierra, junto con los derechos de las personas corre el riesgo de continuar con estas estructuras de separación y una mayor acumulación, aceleración y aumento de estas crisis. Necesitamos una nueva forma de pensar y vivir que reconozca los principios de la Democracia de la Tierra para que los humanos y otras especies puedan continuar viviendo y prosperando.
Democracia de la Tierra: Reconociendo los Derechos de la Naturaleza y la Madre Tierra, Respetando los Derechos de las Personas
La Democracia de la Tierra es una cosmovisión, paradigma y práctica que se basa en el reconocimiento de que todo está interconectado, la Tierra está viva, la Tierra tiene derechos, y que tenemos el deber de cuidarla. Esto se hace a través de la regeneración de sus suelos, semillas, biodiversidad, sus sistemas hídricos y alimentarios. Nuestros derechos fluyen como un manantial de estos deberes.
La democracia de la Tierra reconoce que:
La Tierra está viva. Todos los problemas ecológicos tienen raíces comunes en la negación de la Tierra como Sistema Vivo.
Estamos vivos porque la naturaleza está viva. La Tierra nos da vida. Somos intrínsecamente parte de la Tierra, ya que estamos profundamente interconectados a través de los flujos de la vida, de la respiración, el agua y la nutrición. Dado que dependemos de la naturaleza para nuestro sustento, la destrucción de la naturaleza se traduce en la violación de los derechos humanos a la alimentación, el agua, la vida y los medios de subsistencia. Por lo tanto, los Derechos Humanos están conectados con los Derechos de la Tierra y los Derechos de otras especies, ya que todos tenemos los mismos derechos a la alimentación, el agua, el aire limpio y un medio ambiente seguro y saludable.
No le otorgamos derechos a la Naturaleza. La Madre Tierra intrínsecamente tiene derechos. Tenemos que reconocer y vivir de acuerdo con sus leyes.
La Democracia de la Tierra se basa en Economías Vivas, Democracias Vivas y Culturas Vivas tejidas a través de su diversidad en el tejido de la vida. Cada forma y ser vivo apoya y sostiene a todas las demás en reciprocidad, cooperación y armonía. Nuestra sociedad y nuestra economía deberían reflejar este principio fundamental de la vida. En la Democracia de la Tierra, la economía es un subconjunto de la ecología basada en las leyes de la Madre Tierra.
Todos los humanos son iguales. Nuestra diversidad enriquece la vida y nuestra diversidad no puede ser la justificación de la desigualdad y la injusticia. La imposición de la similitud y la uniformidad en un mundo biológicamente y culturalmente diverso genera la violencia contra la naturaleza, su especie y las diversas culturas.
Las generaciones futuras tienen derecho a disfrutar de los dones de la Tierra, que significa que las generaciones actuales tienen el “deber de cuidado” de la tierra de traspasar los dones de la naturaleza en toda su diversidad, integridad y pureza.
Actualmente esta creciendo un movimiento para definir la violencia contra la naturaleza y la violación de los principios de justicia ecológica, definido como el crimen de “Ecocidio” en el derecho internacional. En todo el mundo, las personas están tomando medidas para prevenir el daño y la destrucción de los ecosistemas que están dañando la salud y el bienestar de las especies, incluidos los humanos. [1]
La agricultura ecológica es el cuidado de la tierra
La democracia de la Tierra como visión y práctica del mundo nos permite reconocer las conexiones entre los Derechos de la Madre Tierra y los Derechos de las Personas y nos da un camino a recorrer para proteger a ambos. Un aspecto central de este camino es la práctica de la agricultura como el cuidado de la Tierra. Combinar el respeto por la Tierra con la justicia para los agricultores, su derecho a sus recursos (semillas, tierra, agua, conocimiento), el derecho a un sustento independiente y soberano, y el derecho de todas las personas a alimentos sanos y libres de químicos se consagra en el Derecho a la Alimentación y el Derecho a la Salud.
Cuando practicamos la agricultura en forma armoniosa y respetando los procesos ecológicos de la Tierra, y en alineación con las leyes ecológicas de la naturaleza, desarrollamos una agricultura de cuidado de la tierra y de los suelos. Se traduce a una participación activa en los procesos de regeneración de semillas y biodiversidad, suelo y agua. A través de la práctica de la ley del retorno, nos convertimos en parte del gran ciclo de nutrición y alimentación que sostiene toda la vida en la Tierra. Algo que sólo es posible cuando nos vemos a nosotros mismos como miembros activos de una gran familia de la Tierra. Otras especies no son objetos para ser manipulados, explotados o empujados a la extinción, sino que son nuestros parientes, ya que cada uno juega un papel vital en el mantenimiento y la regeneración del tejido de la vida.
Los científicos ahora están descubriendo que la cooperación da forma a la evolución, no la competencia: la cooperación y la mutualidad es el principio organizador de la vida, desde las moléculas en una célula hasta los organismos, los ecosistemas y el planeta en su conjunto.
Rejuvenecer y regenerar el planeta a través de esta participación en la reciprocidad con los procesos ecológicos se ha convertido en un imperativo de supervivencia para la especie humana y todos los seres. Lo que comemos, cómo cultivamos los alimentos que comemos y cómo los distribuimos, determinará si la humanidad sobrevive o se empuja a sí misma, en conjunto con otras especies, a la extinción. Cuando cultivamos con un conocimiento real de cómo cuidar la Tierra y su biodiversidad, cuando comemos alimentos reales que nutren la biodiversidad de la Tierra, desde nuestras culturas a nuestros microbiomas intestinales, están participando en economías reales y vivas que regeneran el bienestar de todos. Así es como sembramos las semillas de nuestro futuro y volvemos a tomar el camino de la vida que ha sostenido a la humanidad, en toda su diversidad, durante milenios. Cada comunidad y cultura han co-evolucionado su propio camino distinto de acuerdo con sus climas, suelos y biodiversidad, contribuyendo a la diversidad de los sistemas alimentarios y agrícolas. La diversidad de culturas de la alimentación y la agricultura se unen a través de los principios comunes y perennes en los que se basa la vida:
El primero es el principio de diversidad. La naturaleza no trabaja sobre el principio de la semejanza, la uniformidad y los monocultivos. El mundo natural es un esfuerzo constante por la diversidad de expresión. La diversidad cultural de la alimentación y la agricultura fluye de estos caminos de la naturaleza y su biodiversidad.
El segundo principio es la «ley del retorno» o retribuir en gratitud, para mantener los ciclos ecológicos de nutrientes y agua de la naturaleza, que son las economías circulares de la naturaleza de las que depende toda la vida.
El tercer principio es compartir los dones de la Tierra en los bienes comunes, que fluye de las leyes de la naturaleza. Dado que la vida es un tejido basado en la interconexión, ninguna parte de la naturaleza pertenece a una especie. En el paradigma basado en cómo funciona la vida y los principios de la naturaleza, la comida no es una mercancía. La naturaleza crea abundancia. Los seres humanos co-crean abundancia cuando trabajan de acuerdo con las Leyes de la Naturaleza y en cooperación entre sí.
Estos principios han creado sistemas alimentarios que han perdurado durante siglos, y en todo el mundo, los pequeños agricultores y jardineros ya están volviendo a implementar esta agricultura: preservando y desarrollando sus suelos, sus semillas y sus aguas a través de la práctica de la agroecología. Estas comunidades están alimentando a sus comunidades con alimentos saludables y nutritivos, a la vez que regeneran el planeta, sembrando las semillas de la democracia de la Tierra al crear un sistema alimentario en manos de pequeños agricultores y consumidores, desprovisto de control corporativo, venenos, millas de alimentos y plásticos. De esta manera, la agricultura ecológica / agroecología tiene el potencial de emerger como nuestro camino más importante para defender los Derechos de la Madre Tierra.
El sistema alimentario industrial y globalizado está a la raíz de múltiples emergencias
Nos enfrentamos a una triple crisis que amenaza a nuestro planeta y a nuestro sistema alimentario.
La primera es la crisis ecológica que incluye: la desaparición de la biodiversidad y las especies; cambio climático, inestabilidad y extremos; erosión de los suelos, degradación de la tierra, desertificación; agotamiento y contaminación del agua; toxicidad ambiental y la propagación de tóxicos en todo el sistema alimentario y ecológico. La mayor parte de la destrucción planetaria de los suelos[2], el agua[3], la biodiversidad[4] proviene de la agricultura industrial y ha contribuido a alrededor del 50% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero[5]. Un gran porcentaje de la diversidad de cultivos ha sido empujada a la extinción a través de la agricultura industrial[6]. La mercantilización de los alimentos ha reducido los cultivos sembrados a una docena de productos comercializados a nivel mundial[7], mientras que todos los días cientos de especies están desapareciendo.
La segunda es la crisis de salud pública del hambre y la malnutrición, las pandemias y la epidemia de enfermedades crónicas no transmisibles. Esto se debe a la producción de productos nutricionalmente vacíos o tóxicos que causan más del 70% de las muertes mundiales debido a enfermedades no transmisibles por enfermedades relacionadas con los alimentos [8]. La agricultura industrial ha empujado a más de 690 millones de personas al hambre permanente [9], y la mitad de los hambrientos son agricultores. Las pandemias también tienen sus raíces en la destrucción sin freno de los bosques por parte de la agroindustria para cultivar productos ‘commodities’. [10]
La tercera es la crisis de los medios de vida de los agricultores, y las comunidades, la epidemia de endeudamiento y los suicidios de los agricultores a causa de los insumos de alto costo, y su desplazamiento debido a la degradación de la tierra, la desertificación y la desaparición del agua. El camino industrial se ha pavimentado con la falsa suposición de que los insumos externos son necesarios. Los agricultores se ven obligados a gastar hasta más de lo que pueden ganar, utilizando más energía de la que pueden producir como alimento.
Las tres crisis están interconectadas, aunque en este paradigma actual se consideran separadas. Y la contribución más significativa a las tres crisis proviene de un sistema basado en el uso intensivo de combustibles fósiles, químicos y capital de la agricultura industrial no sostenible. Este sistema de agricultura destruye la capacidad de la Tierra para crear, mantener y regenerar procesos vivos que sostienen la vida y está conectado con la destrucción del potencial humano para vivir y satisfacer las necesidades básicas. El camino industrial es el camino de la violencia contra la Tierra y las personas.
En lugar de corregir las falsas suposiciones de la agricultura industrial– de que la naturaleza es simplemente materia inerte, y muerta de donde se extrae materia prima– para prevenir las emergencias ecológicas, sociales y de salud, los grandes poderes agrícolas, tecnológicas y financieras quieren fragmentar aún más la agricultura y extraer aún más de la naturaleza centralizando aún más el control para expandir aún más las grandes granjas que son ecológicamente, económica y energéticamente ineficiente. Todo mientras promueven aún más una falsa ciencia de la sostenibilidad. Bajo el pretexto de ofrecernos la cura a su propia enfermedad, el nuevo lenguaje de ‘Soluciones Basadas en la Naturaleza’, ‘Mitad para la Tierra’ o ‘Climáticamente Inteligente’ continúa profundizando este Antropocentrismo, Eco-apartheid e instrumentalización de la naturaleza ya que son falsas soluciones a las crisis planetaria. Las nuevas propuestas de las mismas empresas que crearon estas múltiples crisis para abordar las emergencias ecológicas no son sostenibles ni justas. Niegan tanto los derechos de la Madre Tierra, como los derechos de las personas a través de una nueva economía extractiva llamada ‘verde’.
Por ejemplo, las compensaciones de carbono y el nuevo truco contable de cero carbono neto no significan cero emisiones. Significa que los contaminadores ricos continuarán contaminando, y también se apoderarán de la tierra y los recursos de aquellos que no han contaminado – pueblos indígenas y pequeños agricultores – para hacer sus compensaciones de carbono. El comercio de carbono continúa violando los derechos de la naturaleza al negar la integridad de los procesos ecológicos de la Tierra.
Por otro lado, la idea de “agricultura sin agricultores” digital y alimentos alternativos falsos sin campesinos, es una continuación de la falsa suposición de que estamos separados de la naturaleza, que podemos vivir fuera de los procesos que generan vida de la Tierra y que no tenemos el deber de retribuir a sus ciclos. [11] También es una negación de la carga de morbilidad causada por la agricultura industrial y los alimentos industriales ultraprocesados. Habiendo exacerbado la pandemia y la emergencia de enfermedades crónicas a través de alimentos químicos y ultraprocesados, la visión distópica de las grandes empresas es reducir la agricultura a la producción de carbohidratos y proteínas como materia prima para alimentos falsos. Los alimentos de laboratorio son alimentos híper procesados. Esto es una negación del hecho de que la salud es un continuo de la biodiversidad en los suelos, de nuestras plantas, a nuestro microbioma intestinal. La destrucción de la biodiversidad contribuye a la mala salud y enfermedad de la Tierra y sus seres, incluidos los humanos, ya que la salud del planeta y nuestra salud no son separables [12].
Al destruir el tejido de la vida, el sistema alimentario industrial está en el corazón de la crisis planetaria y la crisis humana y va en contra de los principios de la naturaleza y la vida. Viola el principio de diversidad e impone monocultivos y uniformidad. Viola el principio de retribuir, y extraer de la naturaleza y los agricultores, alterando la sostenibilidad ecológica y la justicia social. Es el camino hacia la extinción y la catástrofe climática, la propagación del hambre, la desnutrición y las enfermedades crónicas.
Principios de los Derechos de la Madre Tierra
Semilla viva
Las corporaciones han tratado de mercantilizar y tomar el control de este elemento vivo a través de leyes y patentes que les otorgan derechos de propiedad intelectual y derechos de obtentor sobre la semilla, y a través de leyes de semillas que extienden los criterios industriales de uniformidad en las variedades de semillas de los agricultores y de polinización abierta. Estos instrumentos legales prohíben el libre intercambio de semillas entre los agricultores y su capacidad para criar, guardar y distribuir semillas. A pesar de los llamamientos de la India y el Grupo Africano de Naciones para revocar la capacidad de patentar cualquier forma de vida, la revisión obligatoria de los ADPIC ha sido subvertida por los gobiernos bajo la influencia de las empresas.
El sistema dominante de leyes relacionadas con las semillas no entiende la naturaleza de la semilla como la encarnación del proceso evolutivo de la naturaleza durante milenios, y su co-creación con los agricultores durante miles de años. No considera, ni permite, los procesos dinámicos, holísticos y ecológicamente integrados que generan la diversidad y la resiliencia. Poseer la vida afirmando que es una invención empresarial es éticamente y legalmente incorrecto.
Debemos tratar de proteger este elemento fundamental de la vida para recuperar la biodiversidad, la salud y restaurar los sistemas democráticos dentro de nuestra sociedad. La Ley de la Semilla pone la sostenibilidad y los derechos de la Tierra y de las personas en el centro de los marcos científicos y legales que rigen la semilla, en lugar de la tendencia actual de monocultivos y monopolios, uniformidad y privatización, control empresarial y criminalización de la biodiversidad y los agricultores.
La libertad de guardar e intercambiar semillas es vital en nuestro tiempo caracterizado por sus múltiples crisis y surge de un imperativo ecológico y democrático para el futuro a largo plazo del planeta y de sus habitantes.
Suelos vivos
Tanto la ciencia ecológica como la sabiduría antigua nos enseñan que toda la vida depende de los suelos. Los suelos vivos son una compleja red alimenticia llena de vida. Esta vida en los suelos es lo que regenera la fertilidad de los suelos y hace que los nutrientes estén disponibles para las plantas para apoyar nuestra agricultura.
Sin embargo, la industria agrícola adoptó el mito de que los fertilizantes sintéticos pueden aumentar la producción de alimentos independientemente de la vida de los suelos. Este mito está respaldado por la construcción del rendimiento, una medida del peso de la mercancía que sale de la granja. No es una medida del valor nutricional de los alimentos producidos a partir de la tierra, ni toma en cuenta la condición de la tierra después de la cosecha. El uso de fertilizantes artificiales ha resultado en la muerte de la vida de los suelos y la reducción de la fertilidad de los suelos. La nutrición por hectárea ha disminuido. El ciclo del carbono y el nitrógeno a través de los suelos se ha interrumpido. La agricultura química necesita diez veces más agua para producir la misma cantidad de alimentos que la agricultura orgánica, lo que contribuye a la escasez de agua y la desertificación, y crea zonas muertas en el océano a través de la contaminación. Con el tiempo, el agotamiento de los suelos y la vida de los suelos conduce a una mayor dependencia de volúmenes altos de fertilizantes químicos, empobreciendo a los agricultores y creando hambrunas y crisis alimentarias. Esto es exactamente lo contrario de lo que el mito del sistema de la revolución verde prometió crear.
La única forma de cultivar de manera sostenible es cultivar de acuerdo con la ley de retorno de la naturaleza. La Ley de los suelos es la Ley del Retorno como el retorno de la materia orgánica al suelo para alimentar la biología de los suelos y acumular nutrientes. Los suelos ricos en materia orgánica, apoyados por la biodiversidad de flora y fauna, son más resistentes a la sequía y a los extremos climáticos. Toman carbono de la atmósfera, almacenando el carbono en las plantas y en los suelos. Es a través del cuidado de los suelos, y de los organismos vivos dentro de los suelos, que producimos alimentos nutritivos y saludables, prevenimos la contaminación de nuestras aguas, aire y suelos, y así construimos la salud de las personas y del medio ambiente.
Aguas vivas
El agua es un bien común y es la base ecológica de toda la vida. Sin embargo, hay un impulso creciente hacia la privatización de las aguas. Los proyectos de hidricos gigantes, como las grandes represas, han trasladado el control del agua de las comunidades a los gobiernos y empresas centralizadas. En la mayoría de los casos, estos proyectos benefician a los poderosos (empresas de construcción, industrias y agricultores comerciales) al tiempo que desposee a las comunidades. A través de la retórica de la privatización, vemos una creciente intervención del Estado en la política del agua y la subversión del control comunitario.
En la búsqueda de ganancias y crecimiento económico, los gobiernos han vendido derechos del agua a industrias y empresas, sin garantizar la responsabilidad adecuada para mantenerlas en un estado limpio y natural. La contaminación de los ríos a través de la infiltración de fertilizantes sintéticos y la erosión ha creado zonas muertas en nuestros océanos, matando la vida marina y acuática y dañando fundamentalmente el ciclo hidrológico natural.
Principios de la Democracia del Agua
- El agua es un regalo de la naturaleza. Recibimos agua libremente de la naturaleza. Le debemos a la naturaleza usar este don de acuerdo con nuestras necesidades de sustento, y mantenerlo limpio. Las desviaciones que crean regiones áridas o anegadas violan los principios de la democracia ecológica.
- Por lo tanto, el agua es un bien común. El agua no es una invención humana. No puede estar atado y no tiene límites. Es por naturaleza un bien común. No puede ser propiedad como propiedad privada.
- El agua es esencial para la vida. El agua es la fuente de vida para todas los seres y las especies. Todas las especies y ecosistemas tienen derecho a su parte correspondiente de agua en el planeta.
- La vida está interconectada a través del agua. El agua conecta a todos los seres y todas las partes del planeta a través del ciclo del agua. Todos tenemos el deber de garantizar que nuestras acciones no causen daño a otras especies y otras personas.
- El agua debe ser libre para las necesidades del sustento. Dado que la naturaleza da agua como un regalo sin costo, comprarla y venderla con fines de lucro viola nuestro derecho inherente al regalo de la naturaleza y niega a las comunidades sus derechos al agua.
- Nadie tiene derecho a explotar, abusar, desperdiciar o contaminar los sistemas de agua. Los permisos de contaminación negociables violan el principio de sostenibilidad, lo que resulta plenamente en ecocidio.
- El agua debe ser conservada. Todos tienen el deber de conservar el agua y usarla de manera sostenible, dentro de límites ecológicos y justos.
- El agua no puede ser sustituida. El agua es intrínsecamente diferente de otros recursos y productos y, por lo tanto, no puede ser tratada como una mercancía.
Alimentos vivos
Cultivados orgánicamente, en suelos vivos, con métodos que apoyan la biodiversidad y la salud de nuestro medio ambiente, los alimentos ricos en nutrientes y libres de químicos son la base de nuestra salud.
Sin embargo, los sistemas alimentarios industriales, apoyados por la agricultura química, han degradado los alimentos a un producto de especulación, separando y reduciendo los alimentos a partes químicas, y luego sustituyendo ingredientes falsos que se reconstituyen en un laboratorio que produce alimentos falsos. La combinación de agroquímicos, ingredientes sintéticos y agricultura industrializada y procesamiento de alimentos contribuye tanto a la crisis ambiental, como a la epidemia mundial de enfermedades crónicas. Las consecuencias resultantes obligan a las personas a atenderse en sistemas de atención médica para tratar enfermedades que deben haberse prevenido a través de una buena nutrición y un ambiente saludable.
Los beneficiarios de este sistema de enfermedad y tratamiento son las empresas privadas; la fusión de Bayer y Monsanto implica que las mismas empresas cuyos productos químicos y la destrucción del medio ambiente causan enfermedades se están beneficiando del tratamiento de esas enfermedades. Los gobiernos deben tomarse el cáncer y las enfermedades crónicas tan en serio como lo han hecho con la pandemia de coronavirus. Esto significa tomar medidas para prohibir los productos químicos que causan daño, incluidos los carcinógenos como el glifosato y actuar contra los sistemas agrícolas que contaminan y destruyen nuestro medio ambiente.
La salud para todos los seres se basa en proteger la Tierra y sus procesos ecológicos, reconociendo que la salud es un continuo: desde los suelos y su microbiología, hasta las plantas, los alimentos y el medio ambiente hasta nuestro microbioma intestinal. La agricultura ecológica y libre de químicos debe ser parte de la regeneración de la salud pública.
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Traducción por María Alejandra Pulido y Carla Ramos Cortés, Navdanya International
Referencias
[1] ‘Our International Petition’. Stop Ecocide, https://stopecocide.Earth/become
[2] “Hambrientos de Tierra: Los Pueblos Indígenas y Campesinos Alimentan al Mundo Con Menos de Un Cuarto de La Tierra Agrícola Mundial.” Grain, 10 June 2014, https://grain.org/es/article/4956-hambrientos-de-tierra-los-pueblos-indigenas-y-campesinos-alimentan-al-mundo-con-menos-de-un-cuarto-de-la-tierra-agricola-mundial.
[3] FAO, “More people, more food… worse water? – Water Pollution from Agriculture: a global review”. 2018. www.fao.org/documents/card/en/c/CA0146EN
[4] Etc Group, “Who will feed us?”, Third Edition, 2017, https://www.etcgroup.org/whowillfeedus
Eswaran, H., Lal, R., Reich, P.F., “Land degradation: an overview” in Bridges, E.M. et al, “Responses to land degradation”, Proc. 2nd. International Conference on Land Degradation and Desertification, Khon Kaen, Thailand, Oxford Press, 2001.
[5] “Food and Climate Change: The Forgotten Link.” Grain, September 28, 2011. https://www.grain.org/e/4357
[6] FAO, and Commission on Genetic Resources for Food and Agriculture. 2019. In The State of the World’s Biodiversity for Food and Agriculture, ed. J. Bélanger and D. Pilling. Rome: Food and Agriculture Organization of the United Nations. http://www.fao.org/3/CA3129EN/CA3129E
FAO 2010. The Second Report on the State of the World’s Plant Genetic Resources for Food and Agriculture. Rome. http://www.fao.org/3/i1500e/i1500e.pdf
[7] Navdanya International. 2013. The Law of the Seed. Florence: Navdanya International. https://www.navdanya.org/attachments/lawofseed.pdf.
[8] Food for Health Manifesto. 2019. Cultivating biodiversity, cultivating health. New Delhi, Rome: International Commission on the Future of Food and Agriculture; Navdanya International. https://navdanyainternational.org/publications/manifesto-food-for-health/.
[9] Sustainable Development Goal 2, Zero Hunger: https://sustainabledevelopment.un.org/sdg2
[10] Vandana Shiva, “One Planet, One Health – Connected Through Biodiversity”: https://www.navdanya.org/bija-refelections/2020/03/18/ecological-reflections-on- the-corona-virus/
[11] Rewilding Food, Rewilding Farming. https://theecologist.org/2020/jan/24/rewilding-food-rewilding-farming
[12] Shroff, Ruchi, and Carla Ramos Cortés. 2020. “The Biodiversity Paradigm: Building Resilience for Human and Environmental Health.” Development 63 (2): 172–80. https://doi.org/10.1057/s41301-020-00260-2.
Mayer, Emeran A. 2016. ―Feeding the Gut Microbiome https://www.patagoniaprovisions.com/blogs/stories/feeding-the-gut-microbiome (April 16, 2021).