“Hacer las paces con la naturaleza” es el título de la 16ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica organizada por el gobierno colombiano en Cali, del 21 de octubre al 1 de noviembre de 2024. El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), adoptado por la mayoría de las naciones después de la ONU La Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 reconoció el papel crucial de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la conservación de la biodiversidad. El CDB se creó esencialmente para abordar la erosión de la biodiversidad, preservarla de la explotación corporativa y regular nuevas tecnologías potencialmente dañinas.
Las obligaciones fundamentales del CDB están representadas por el Artículo 19.3 que representa la base del Protocolo de Cartagena sobre bioseguridad y pretende proteger la biodiversidad de los riesgos de la biotecnología; Este artículo establece el principio del consentimiento informado para la introducción de OGM y el marco de evaluación y gestión de riesgos relacionado. El artículo 3 establece la soberanía local y nacional sobre el uso, conservación y protección de la biodiversidad. Finalmente, el Artículo 8(j) establece el respeto, la conservación y el mantenimiento de los conocimientos y prácticas locales/indígenas para la conservación y el uso de la biodiversidad, incluida la distribución de beneficios.
Desafortunadamente, la concentración de poder y recursos naturales en manos de corporaciones multinacionales privadas, junto con las reglas comerciales globales influenciadas por las corporaciones, amenazan directamente la soberanía local y nacional sobre los recursos naturales. Como se señala en el último informe de Navdanya International, “La Biodiversidad es Vida, No un Activo Financiero – Contrarestando los créditos de biodiversidad, la próxima ola del bioimperialismo”, a través de la incorporación de ecosistemas naturales a los mercados financieros, los procesos de financiarización de la naturaleza tienden a mercantilizar el mundo natural. Los esquemas utilizados, dirigidos a ganancias corporativas e intereses financieros, fragmentan los ecosistemas y reducen la biodiversidad a bienes comercializables, evitando abordar las causas profundas de la crisis, incluido el sistema alimentario industrial. La introducción forzada de OGM, la mercantilización de la biodiversidad a través de esquemas de financiarización y las posibilidades predatorias que ofrece la tecnología de Información de Secuencia Digital (DSI) representan una gran amenaza para las mismas comunidades que durante mucho tiempo han protegido la riqueza de la biodiversidad de la Tierra.
Para proteger verdaderamente la biodiversidad, existen soluciones reales, arraigadas en el cuidado, el conocimiento y las prácticas regenerativas de las comunidades locales. La soberanía alimentaria y los sistemas agroecológicos ofrecen poderosas alternativas al modelo industrial, demostrando cómo las culturas alimentarias biodiversas y las economías del cuidado pueden regenerar la tierra y preservar su biodiversidad. A través de sistemas agrícolas locales diversos, libres de productos químicos nocivos, fertilizantes artificiales y OGM, los pequeños agricultores no sólo cultivan una amplia gama de variedades de plantas, sino que también fortalecen la resiliencia ecológica y la identidad cultural.
El camino hacia la verdadera regeneración reside en apoyar a quienes trabajan en armonía con la naturaleza, no en esquemas financieros que mercantilizan la vida. La conservación de la biodiversidad requiere respeto y protección de la diversidad cultural, así como respeto por los derechos inherentes de las especies, la naturaleza y las personas. La biodiversidad es un bien común, no una mercancía o propiedad privada que deba explotarse. Y la conservación de esta biodiversidad exige el respeto y la protección también de la diversidad cultural, así como el respeto de los derechos intrínsecos de las especies, de la naturaleza y de las personas en todo el mundo.
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