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En este informe, Navdanya International investiga la desregulación mundial de la edición genética y las estrategias de la industria agroalimentaria detrás de esta nueva generación de OGM. En todo el mundo se está desregulando esta nueva generación de OGM sin etiquetado, sin trazabilidad y sin responsabilidad corporativa si la situación se pone adversa.
Resumen
Durante los últimos años, los gigantes de la agroindustria y las biotecnologías han estado haciendo cambios silenciosos en la regulación de los OGM alrededor del mundo. Nuevas tecnologías editadas genéticamente, nombradas bajo un alfabeto de nuevos acrónimos, como Técnicas de Mejora Nueva (NBT), Nuevas Técnicas Genómicas (NGT), Técnicas de Asistencia a la Evolución (TEA), se han estado incorporando silenciosamente a la legislación actual de diversos países, todo para evitar cualquier regulación o filtro de seguridad existentes impuestos sobre los OGM. Países como Paraguay, Argentina, Brasil, India, Australia, los Estados Unidos, Canadá y Japón, entre otros, ya permiten que se comercialicen cultivos modificados genéticamente sin ninguna prueba ambiental o de seguridad de consumo, sin etiquetado, con poca trazabilidad y sin necesidad de divulgar públicamente sus organismos editados genéticamente. Efectivamente han dejado a los agricultores y a los ciudadanos completamente a oscuras en cuanto a lo que se ha convertido su alimento.
La industria de la biotecnología alega que los productos, incluyendo semillas, plantas, microorganismos y animales que han sufrido una edición genética son iguales a sus análogos convencionales, ya que la edición genética les permite a estas compañías hacer lo mismo que hace la naturaleza a través de prácticas de crianza tradicionales, solo que ahora de forma más veloz. La industria sostiene que, ya que supuestamente no se inserta ADN ajeno en el organismo editado, no son equivalentes a la primera generación de OGM, los cuales tienen ADN ajeno insertado a través de la transgénesis. Por lo tanto, argumentan, estas nuevas tecnologías deben ser legalizadas como convencionales. Esta es la engañosa lógica que se ha usado alrededor del mundo para justificar la liberalización masiva de una nueva y peligrosa generación de organismos genéticamente modificados.
Como ha sido revelado por numerosos científicos independientes, informes de la sociedad civil y varios estudios, las afirmaciones corporativas sobre la seguridad, efectividad, equivalencia convencional, así como de su necesidad para el desarrollo sustentable no son más que complejas estratagemas fácilmente desmentidas. Al considerar las devastadoras consecuencias ya causadas por el sistema alimentario industrial, impulsadas por las mismas falsas promesas de estabilidad alimentaria, sustentabilidad y adaptación climática, no hay muchas razones para creer que esta nueva era de organismos de edición genética será diferente. La falta de trazabilidad, y pruebas independientes nos dejan completamente desinformados en lo que respecta a qué organismos editados genéticamente ya han sido lanzados, cuál es su alcance, y qué daños ecológicos o de salud pueden causar, violando de manera directa los derechos de los ciudadanos, los agricultores y de la naturaleza. Esta falta de transparencia, junto con la completa luz verde para liberar estos organismos modificados en el ambiente elimina cualquier responsabilidad por la creación de estos organismos.
Pero en una inspección más detallada, la liberalización de la edición genética a nivel mundial le ha abierto la puerta a la introducción de una nueva “bioeconomía”, o un nuevo método de producción económica basado en la manipulación de la información genética de microbios, plantas y animales para “programar la biología” para que sea más económicamente productiva. Lo que realmente está en juego aquí es el siguiente nivel de invasión corporativa no solo de nuestro sistema alimentario, sino de todos los sistemas de vida. En esta nueva “bioeconomía”, el objetivo de las compañías de la industria biotecnológica y agroindustrial es que la edición genética y la ingeniería biológica se conviertan en la manera en la que todo el material natural sea ya bien producido o procesado y comercializado bajo patentes exclusivas. Desde la producción de cultivos, la producción animal, el procesamiento de biocombustibles, la producción alimentaria y otros, ninguna parte del sistema alimentario quedará intacta. El etiquetado de productos orgánicos o libres de OGM sería reemplazado por etiquetas de ‘saludable’ o ‘sustentable’, sin importar el proceso usado para crear los productos. Para estas compañías, ahora el hombre estará a cargo de “dirigir la evolución”, y se obligará a toda la naturaleza a trabajar para la perpetuación de las ganancias corporativas.
Hasta hace poco, la Unión Europea, junto con algunos otros países, se mantenían como los últimos bastiones en contra de la imposición de estas nuevas tecnologías. Estos organismos genéticamente modificados deben ser etiquetados, sujetos a valoraciones independientes, y el proceso bajo el que fueron creados debe ser legislado, así como el producto final. El intento de las compañías agroindustriales por reducir la complejidad de la vida a mera genética y producciones maquinales solo pone en un mayor peligro a la biodiversidad, los sistemas ecológicos y la salud de las personas a nivel mundial. El deseo de controlar la constitución básica de los seres vivos es una borradura de la singularidad y la biodiversidad. La diversidad es lo que crea salud ecológica y resiliencia climática. La solución a nuestras múltiples crisis no es la visión maquinal de la naturaleza que busca afianzarse a través de las nuevas tecnologías. La solución se encuentra en sistemas ecológicamente integrados y basados en la biodiversidad, que comprendan las vastas interconexiones de la vida y busquen trabajar a la par de la naturaleza.
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